24 de diciembre de 2024

La tregua de Navidad

Un cuento

Fue como en una especie de autocine o, mejor, de autoteatro: Emilio, en el asiento del conductor, y Lucía, en el del acompañante, vieron, a través del parabrisas, cómo el portón automático se desplazaba lentamente hacia la derecha, como si fuese un telón, con su propio chirrido como música de fondo. Atrás, dentro del patio, fue apareciendo el comité de bienvenida: el padre, la madre y la hermana de Lucía, sonrientes, como si hubieran ensayado la recepción. Entonces Emilio y Lucía también sonrieron. Cuando por fin el portón terminó su recorrido, el auto subió el plano inclinado que comunicaba la calle con el patio delantero y se estacionó ahí nomás, detrás de la camioneta de los dueños de casa. Emilio apagó el motor y dijo: ahí vamos. Lucía no respondió nada.

9 de diciembre de 2024

9 de diciembre de 2018

No me podía quejar: me estaba yendo a Madrid, a presentar un libro mío que acababa de publicarse allá, y llevaba en mi valija unos cuantos ejemplares de otro libro mío que acababa de publicarse acá. Además iba a visitar Londres y Barcelona. Un mes en Europa, en total. Un escenario soñado… salvo por un detalle. Cuatro días después, el sábado 24 de noviembre, en Buenos Aires, la ciudad donde vivo, se jugaría el partido más importante de nuestras vidas, y todos los ojos del mundo del fútbol se posarían sobre el Monumental, y a lo mejor yo hasta hubiera podido conseguir una entrada, como había conseguido para otros partidos de esa misma Copa Libertadores. Pero no, yo hacía el camino inverso: me iba a otro continente, a vivirlo todo a la distancia. No me podía quejar, está claro, pero tampoco podía evitar una cierta decepción.

17 de octubre de 2024

El vino de Schrödinger

A veces, cuando estoy en la cancha viendo fútbol, experimento un fenómeno extraño. Escucho un grito a lo lejos y una parte de mi cerebro me indica: “Hubo un gol. Atento porque ahora lo vas a ver”. Es, por supuesto, la parte de mi cerebro más afectada por el hábito de ver fútbol por televisión, la que sabe que siempre hay un vecino al que la señal le llega antes que a mí, la que recuerda que aunque la pantalla diga vivo siempre hay un retraso, eso que llaman delay. Desde luego, la sensación dura un instante, apenas una fracción de segundo. De inmediato, el resto de mi cerebro responde: “Estás en la cancha, idiota, estás viendo el partido en directo, sin mediaciones, nadie puede haber visto el gol antes que vos”. Me pasó muchas veces y me volverá a suceder.

3 de octubre de 2024

Algunos apuntes sobre manejar

Obtuve mi licencia de conducir hace tres años y medio. El primer paso, antes de rendir el examen teórico, fue hacer un cursito online que, además de enumerar las normas de tránsito esenciales, ofrecía algunas enseñanzas extrapolables al resto de la vida. Por ejemplo: la prioridad en la circulación no es la velocidad sino la fluidez. No importa tanto ir rápido como mantenerse en movimiento, sin detenerse. O también: si ves que alguien comete una infracción, no intentes darle una lección, ni mucho menos vengarte. Que esa persona siga su camino y vos seguí el tuyo. No recuerdo con qué palabras exactas lo decía, pero la idea era esa. Después rendí el examen práctico. Como estábamos todavía en pandemia, manejé sin un evaluador sentado al lado. Supongo que eso me vino bien. Igual me estresé y me dolió la cabeza desde varios días antes de la prueba hasta varios días después.

13 de septiembre de 2024

Cartas y latas de arvejas

Pasé hace unos días por la puerta de una iglesia ubicada sobre la avenida Díaz Vélez, frente al Parque Centenario, y me llamó la atención un cartel:

«SERVICIO DE ESCUCHA

Sábados de 10: 30 a 12 hs.

Los Escuchas te estamos esperando para ayudarte en tu aflicción.

¡Acercate!

No estés en soledad con tu sufrimiento.

Contá con nosotros para acompañarte y transitar esos momentos difíciles en tu vida.»

7 de septiembre de 2024

Años

Hoy se cumplen diez años desde que dejé de vivir en España. Fueron siete años allá. Siete años exactos, porque había llegado otro 7 de septiembre: el de 2007. Fueron unos años hermosos, cargados de descubrimientos, de experiencias, de sorpresas, de amor, de tristezas, de expectativas y desengaños, de encuentros y desencuentros, de llegadas y despedidas, de aprendizaje. No tengo pruebas pero tampoco dudas de que sería una persona muy diferente de la que soy si nunca me hubiera ido a vivir allá. 

20 de junio de 2024

Contar historias sin avisarle a nadie

“Sí hay plata. La tienen los bancos”. Eso dice un grafiti de letras rojas sobre una de las paredes de una sucursal del Banco Ciudad, en La Plata, sobre la calle 47, casi en la esquina con diagonal 74. Hace un par de semanas le saqué una foto y la subí a Instagram. Añadí el epígrafe “Una pared”, algo que suelo incluir en las fotos de grafitis cuando sospecho –tal vez subestimando a mi escaso público– que el contexto de la imagen podría no entenderse. Diez personas le dieron me gusta.

2 de mayo de 2024

Leer es aprender a leerse mientras uno lee

Hay gente que se considera apolítica. Hay gente que se enoja porque los discursos en la Feria del Libro tienen un contenido político. Hay gente que desestima incluso las manifestaciones eminentemente políticas, como las marchas realizadas en la Argentina el martes 23 de abril en defensa de la universidad públicad, porque las considera “políticas”. Pero todo es político: en especial las manifestaciones políticas, pero también los libros y su universo y la lectura y qué se lee y cómo se lee. Quiero decir algo sobre esto, pero daré un rodeo para llegar hasta ahí.

25 de abril de 2024

No te olvides que soy distinto de aquel pero casi igual

Se cumplen en estos días diez años de cuando dejé de vivir en Madrid. En aquellas jornadas de finales de abril de 2014 ya tenía casi todas mis cosas metidas en cajas, unas cajas que se apilaban en aquel departamento de la calle Santa María, a la vuelta del metro Antón Martín, en el barrio de las Letras, el barrio más lindo del mundo, que fue mi hogar durante algo más de dos años.

“Mi idea es terminar de embalar casi todo mañana”, escribí en mi diario el domingo 27. “Que para la mañana del martes sólo me quede desarmar la cama, y a la tarde limpiar todo y arreglar cuestiones de último momento. El miércoles por la mañana hacer la mudanza y, por la tarde, tomarme el micro a Pamplona”.

11 de abril de 2024

Como el tango, los libros te esperan

Tengo en mi biblioteca unos cuantos libros que todavía no leí. Libros que quiero leer, que tengo la certeza (en la medida en que la vida nos permite tener esta clase de certezas) de que algún día voy a leer. Pero más adelante. Cuando llegue el momento. En el futuro. ¿Cómo puedo estar tan seguro de que ese momento llegará? No lo sé. ¿Y cómo me voy a dar cuenta cuando llegue momento? Tampoco lo sé. Pero sé que, cuando eso suceda, lo voy a saber.

28 de marzo de 2024

Escribir para gente que todavía no existe

Hace un tiempo a Mark Zuckerberg se le dio por crear su propio Twitter y le salió algo llamado Threads, un espacio al que yo no tenía intenciones de sumarme, hasta que un día, no recuerdo si por curiosidad o por error, toqué un botoncito y creé una cuenta que no he podido borrar (si alguien sabe cómo hacerlo, por favor avíseme). Desde entonces, aunque nunca publiqué nada, me aparecen en Instagram y Facebook unas ventanas con publicaciones de Threads que se desesperan por llamar mi atención. Algunas lo logran.

14 de marzo de 2024

Como una inteligencia artificial, pero natural

Acaba de salir una “nueva” novela de García Márquez. En vida, el autor la desechó. Ahora la publican sus hijos, quién sabe si por nostalgia o por qué otros intereses. Leo que se registran dos clases de reacciones: las suaves, que señalan que de todos modos ya los últimos libros publicados en vida por García Márquez habían sido flojos, y las más tajantes, que aseguran que publicar En agosto nos vemos –así se titula el texto que Penguin Random House echó a rodar hace algunos días– es una vergüenza y una falta de respeto.

29 de febrero de 2024

Libros nuevos, libros leídos, libros usados

Hace algunas semanas, durante una conversación, conté que había leído un libro de mi librería, es decir, uno de los ejemplares a la venta en Esmeralda Libros. La persona a la que se lo conté se sorprendió: puso cara de que le parecía mal –creo que un poco en broma y un poco en serio– porque ahora ese que yo había leído era un “libro usado”. A mí me sorprendió su sorpresa, ya que no considero que haber leído el libro sea poco ético ni malo ni negativo. Más bien al contrario, me parece valioso y necesario leerlos, conocer los libros que uno vende, poder hablar sobre ellos.

4 de enero de 2024

Capote y Puig y el arte de contar películas

¿Tienen ustedes algún cuento que, sin importar cuántas veces lo relean, los conmueve siempre hasta las lágrimas? Yo sí: “Un recuerdo navideño”, de Truman Capote. Me volvió a ocurrir el mes pasado, cuando lo releí porque lo íbamos a comentar en algunos de mis talleres. El relato –publicado a finales de 1956, cuando Capote tenía treinta y dos años– narra el vínculo entre un niño llamado Buddy (una versión autobiográfica del autor) y una prima lejana, una mujer de sesenta y tantos años que “sigue siendo pequeña” y a la que él, en este texto, llama simplemente su “amiga”. Preparan tortas y otros regalos para hacer a otras personas en Navidad. La historia transcurre hace casi un siglo, a comienzos de la década de 1930, en algún pueblo del sur de los Estados Unidos.