Y vos, ¿hiciste tu lista de los mejores libros de 2023? Existen tantas listas de mejores libros del año como personas que leen libros. Y existen, esencialmente, dos tipos de listas de mejores libros del año: por un lado, las que se limitan a los libros aparecidos durante el año en cuestión; por el otro, las referidas a los que el autor de la lista haya leído durante ese período, sin importar su fecha de publicación. El peso de la novedad otorga a las primeras –al menos en teoría– un valor periodístico mayor. Las segundas quedan suelen quedar reservadas para espacios más bien anecdóticos, como blogs o redes sociales.
Cabe preguntarse, no obstante: ¿cuántos libros que hayan sido publicados durante el año en curso lee uno? Intuyo que no tantos, a menos uno sea un periodista culturale o un crítico y deba hacerlo por obligación, o que sea un verdadero fanático de la novedad. Porque ni siquiera se trata de libros “publicados hace menos de un año” sino “de este año”: es mucho más probable leer libros de este año en diciembre que en enero. ¿Cuántos libros publicados en noviembre o diciembre integran las listas de los mejores libros del año?
Hay medios que publican listas de, por ejemplo, “los mejores 40 libros de no ficción del año”, y a esa lista la firma una sola persona. Sin tener en cuenta si esa persona sólo lee libros de no ficción, ¿cuántos libros tenés que haber leído para elegir los mejores cuarenta? Yo leí apenas una decena de libros publicados en 2023. Si tuviera que hacer una lista de “los diez libros del año”, tendría que incluirlos todos. Sería, de algún modo, como ese tren inservible imaginado por Alejandro Dolina: es tan largo que su furgón de cola está en la estación de partida y la locomotora, ya en la de llegada.
“Las listas de mejores libros que veo por aquí y por otros lares –anotó en estos días Vicente Luis Mora– son tan variadas, irreconciliables y profusas que acaban en la paradoja del mapa coincidente, de forma que nos acaban recomendando leer (¿o haber leído?) todo lo publicado en 2023, en casi cualquier lengua, lo que implicaría pasar el próximo siglo leyendo libros recomendados de este año. Pero os haré caso, amén a todo, me bajo en marcha, me quedo viviendo en 2023 para siempre. Feliz año idéntico, gente querida”.
Bajarse en marcha de un tren inmóvil y dejarse guiar por aquel mapa borgeano cuyo tamaño coincidía puntualmente con el imperio que representaba. Las “despedazadas ruinas de ese mapa” son las únicas reliquias que perduran de las disciplinas geográficas, dice Borges; quién sabe si en algún futuro distópico cada vez menos difícil de concebir las únicas reliquias de las disciplinas literarias que perduren serán nuestras listas de mejores libros del año.
El caso es que desde la revista Letras Libres me invitaron a participar de un artículo colectivo en el que unas cuantas personas indicaríamos los que considerásemos los mejores libros del año. La propuesta original pedía una selección de diez títulos publicados o reeditados en 2023; luego nos aclararon que podían ser menos de diez. Elegí tres:
1) Fortuna, novela de Hernán Díaz, argentino que vive en Estados Unidos y escribe en inglés, publicada originalmente en 2022 y editada en castellano por Anagrama a comienzos del 23;
2) Shakespeare and Company, las memorias de Sylvia Beach, la fundadora de la librería más famosa del mundo y editora del Ulises de Joyce; este libro apareció en 1956, pero estaba agotado y descatalogado desde hacía años, hasta que ahora lo reeditó mi querida Trama editorial; y
3) El hechizo del verano, de Virginia Higa: una serie de crónicas de la vida en Estocolmo, donde la autora de Los sorrentinos vive desde hace varios años. Un libro realmente hermoso sobre el cual me extenderé (espero) en las próximas semanas, editado por Sigilo.
También me gustaron mucho otros libros editados este año, como La banda de los polacos, de Federico Jeanmaire, La paciencia del agua sobre cada piedra, de Alejandra Kamiya, Escritor profesional, de Edgardo Scott, y Garita, de Matías Lucadamo.
Y mi lista de mejores lecturas del año sin importar cuándo se publicaron incluye títulos como El origen de las palabras, de Damián González Bertolino, Los mejores días, de Magalí Etchebarne, Estás muy callada hoy, de Ana Navajas, Un cementerio perfecto y Los llanos, de Federico Falco, Inundación, de Eugenia Almeida, Ningún lugar adonde ir, de Jonas Mekas, Ocho, de Amy Fusselman, Todos los nombres, de José Saramago, y La traición de Rita Hayworth y Boquitas pintadas, de Manuel Puig.
(Por cierto, en mi lista de mejores lecturas del año no entraría Shakespeare and Company, porque la leí hace bastante, en otra edición, y en la de Trama –todavía– no la releí.)
¿A alguien le importa todo esto? Ni idea. Ni siquiera sé si alguien llegará hasta acá, hasta el duodécimo párrafo de un artículo que nadie pidió. Pero así es cómo funciona la literatura en muchas ocasiones: textos que nadie pide llegan de las formas más azarosas a personas que ni imaginaban que iban a leerlos; menciones que parecen intrascendentes se convierten en recomendaciones y marcan itinerarios de lecturas para gentes insospechadas; ideas arrojadas como botellas al mar terminan generando conversaciones, amistades, historias de amor.
Eso último, dado lo desconcertante, lo angustioso, lo incierto del tiempo que vivimos, ya hace que, al menos para mí, valga la pena compartir un texto como este.
Feliz 2024. O al menos que sea lo más llevadero posible.